Los responsables se han ali(j)ado para ofrecer un claro caso de ÉXITO.
Netflix España está de estreno con "WHITE LINES", lo nuevo del creador de "La casa de papel", Álex Pina, y los productores de "The Crown" . 10 episodios de 60 minutos de esta serie de misterio españo-británica cuya gracia reside precisamente en el pasar del español al inglés. Pues eso.
El cadáver de Axel Collins (Tom Rhys Harries), famoso DJ de Mánchester, desaparecido de Ibiza hace ya 20 años es encontrado momificado en un desierto de Almería propiedad de Andreu Calafat (Pedro Casablanc, "Cannabis"). Su hermana Zoe Collins (Laura Haddock, "The Capture"), deja atrás una vida tranquila en Inglaterra junto a su familia para intentar resolver el misterioso asesinato de Axel puesto que en España los delitos prescriben a los 20 años y no se planea investigación policial.
Por ello, Zoe decide ir a Ibiza a investigar a pesar de la oposición de su marido. La desaparición de su hermano le causó una gran depresión y tuvo que estar en tratamiento varios años para recomponerse pues pensó que éste la había abandonado. El primero de los amigos que recibirá la visita de Zoe será Marcus (Daniel May), el mejor amigo de Axel y el que se encargó de comunicarle a Zoe la desaparición de Axel encubriendo una mentira "se fue a la India".
Zoe desconfía de todos los amigos de Axel que se van cruzando en su camino y, al adentrarse en el perturbador mundo de la noche ibicenca, descubre elementos desconcertantes. Nadie es lo que dice ser y todo el mundo esconde algo, empezando por drogas.
La obstinada persecución de la verdad conducirá a Zoe a obsesionarse y ya sabemos que las obcecasiones nublan el juicio y modifican los comportamientos.
Como su nombre indica, "White Lines" es una historia sobre drogas y personajes desfasados viviendo la vida al límite y al margen de la ley.
Hay veces en que es mejor dejar el pasado atrás sin remover demasiado las aguas fecales, "a lo hecho, pecho". Probablemente Axel fuese un bala perdido que se metió en camisas de once varas y terminó como el Rosario de la aurora sólo que en vez de cantar y rezar, se esnifa encantado. No adelantamos nada y que cada uno la descubra a su manera.
A los 7 minutos ya detectamos que al guión le falta grasa. Una de las cosas que diferencian un guion simple de uno bueno es la credibilidad de la interacción entre los personajes. La puesta en escena para invitar al espectador a "WHITE LINES" suena a fake. No importa la millonada que haya costado la producción, si los diálogos están plastificados como estos, mal empezamos. Pacientamos.
El primer elemento que encontramos gratuitamente, o por lo menos eso nos parece, es el de la organizadora de orgías, la ex-mujer de Marcus. Vemos a Oriol Calafat (Juan Diego Botto), hijo del magnate Andreu, asistir a una de ellas. Entre raya y polvo, una copita.
Un segundo elemento que hace temblar las bases de nuestro estoico temple es la clásica persecución de coches, un recurso que no puede faltar para darle emoción a algo que no la tiene. Zoe le ha robado 7 kilos de coca a Marcus (¿Por qué? Ni idea) y ahora están huyendo de un control rutinario de policía pues ¿Cómo se justifican el cargamento del coche?
Con tintes de humor muy desacertados para nuestro gusto y en plena fuga entre los pinos, Zoe la conductora temeraria, le pasa un aspirador a Boxer (Nuno Lopes), el encargado de tirar por la borda los paquetes de cocaína, para que limpie el contenido desprendido de un fardo agujereado y la policía no halle ni una mota de polvo. Dicho agujero ha servido hasta 3 veces en la clásica escena del perro enfarlopado que, al parecer, sigue haciendo gracia. Ahora, en plan James Bond, Zoe lleva de todo en el Batmóvil, hasta un aspirador. Poco más vamos a durar en esta línea..
A todo lo anterior, agregamos que la pesadez de Zoe incrementa a medida que acumula gilipolleces en su haber. Se pone claramente de manifiesto que sin sus desaguisados derivados de su estupidez, no habría serie. Nadie con dos dedos de frente roba 7 kilos de cocaína en un país extranjero a menos que sea completamente idiota.
Después de haber sido interrogados por la guardia civil, Zoe y Boxer vuelven al pinar a recoger los fardos esparcidos y hallan el aspirador del cual Boxer recupera los polvillos mágicos y los consume como si nada. Polvo con polvo y ¡to pa dentro! di que sí.
Posteriormente hay que aguantar los lamentos de Zoe, volviéndose el personaje principal IN-SOPORTABLE. Las subtramas y peripecias están forzadas por la torpeza y obstinación de la cabezahueca. Toda la serie parte de la irreflexión, imprudencia y temeridad de una tía que sólo sabe "liarla parda".
Despega ligeramente a partir de la mitad de temporada pero la relación Boxer-Zoe sigue siendo igual de inexplicable. No se entiende cómo la soporta.
Indubitablemente "White Lines" es un producto que gustará, Alex Pina tiene buen ojo para lo mainstream. A nosotros nos enferma.
No podemos dejar de mencionar la buena calidad de la filmación que, de alguna manera, es el mínimo exigible para un producto vacío de contenido pero rebosante de acción. Asimismo los actores de renombre internacional ayudan al visionado pero no son razón suficiente para aguantar el conjunto.
Seguimos opinando que los diálogos en español están encorsetados e incluso el rechinar del talentoso Pedro Casablanc se presenta estruendoso. Algo pasa con Pedro.
El conjunto no nos satisface ni siquiera para pasar el rato pero será aplaudido para los amantes del "fare niente" mientras "guardan fare" a los demás. No es tóxica, es prescindible.