Otra buena idea desaprovechada, con un tono modernillo y acelerado que no nos hace ni pizca de gracia. ¿Dónde radica su supuesta genialidad?
El segundo capítulo, ya disponible en HBO España.
¿Qué pasaría si seguimos evolucionando tecnológicamente pero involucionando como seres humanos?
¿Y qué pasaría si se presentase un candidato a la presidencia dando respuesta a todos aquellos problemas que se derivan del avance tecnológico, pero no de un avance social real?
¿Y qué pasaría si hubiera una tercera guerra mundial en esta nueva era nuclear?
Todas estas cuestiones (las dos primeras no tan distópicas) son las que expone lo nuevo de Russell T Davies para la BBC, "Years and Years" (disponible en HBO España), pero de una forma extremadamente "movida": quizá quiera comunicar descontrol, caos, velocidad y modernidad, pero sólo resulta lo que en realidad es: una celeridad angustiante y estresante para el espectador. Para nuestro gusto, va a marchas demasiado forzadas.
La serie empieza relatando el nacimiento de un niño en el seno de una familia, cuyos miembros pasamos a describir a continuación.
Una madre soltera que se ha inseminado, la nueva forma de procrear en este futuro no tan lejano. Ya no hacen falta los varones, las hembras son autosuficientes. ¡Viva!
Una pareja de homosexuales, uno de ellos hermano de la madre soltera, que contraen matrimonio. Resulta que en la serie este tema ya está aceptado y normalizado por la sociedad, una distopia que no creemos que llegue nunca, precisamente porque al ser humano básico le encanta involucionar. Y, por supuesto, marginar y castigar la siempre envidiada diferencia. Además, ya sabemos que para perpetuar la no-aceptación de la diferencia, tenemos todo tipo de imperdonables que se encargan de ello con suma dedicación (algunos incluso cobran por ello): predicadores interesados, políticos mediocres, supuestos educadores y la siempre alargada e injustamente mitificada sombra de nuestros padres, sólo por el hecho de ser padres, sin tener que demostrar absolutamente nada: ni tan siquiera la más que necesaria estima y comprensión.
No es TODO: la "familia" de 'Years and years' crece, y se expande (y no para bien): hay otra hermana en una isla creada por los chinos que cuenta con 26000 habitantes. Y, finalmente, un cuarto hermano gozando de un matrimonio interracial, cuyos hijos parecen gemelos adoptados -pues son asiáticos-, y una tercera hija que cree que es TRANS. Pero no transgénero, ni transexual... lo dejamos ahí para evitar spoilers, aunque tampoco desvelaríamos ninguno de grandes los misterios de la galaxia.
Con todo esto ya tendríamos todos los elementos necesarios para tocar todos aquellos temas que supuestamente conciernen a nuestra sociedad post-moderna, y que nunca acaba de superar.
Pero aún hay más. El circo crece.
Una abuela del siglo pasado, unos nietos del siglo siguiente y un enorme hueco generacional que ponen de relevancia las incomprensiones de una generación atrapada en las anteriores. Aquellos que no pueden entender a sus ancestros, pero que tampoco pueden entender a sus hijos. Unos niños atontados y atrapados por la tecnología: idiotizados, lobotomizados.
Tal distopía se muestra tan ambiciosa que no sólo mezcla géneros, sino que pretende hacernos reflexionar sobre las posibilidades del resurgimiento de una dictadura que se erige directamente desde la honestidad. Porque en un mundo en el que no se puede decir nada sin ofender a algún colectivo, en el que lo políticamente correcto va más allá y se pasa de rosca, es fácil que surja alguien que, por decir lo que todo el mundo piensa, salga vencedor. La legitimación del poder por el pueblo manipulado, tan harto de lo correcto como idiotizado y cansado de tanta política exterior.
Quizá haya quien pueda reflexionar con esta serie, pero no es nuestro caso. Quizá haya espectadores fácilmente impresionables que flipen con ella, pero se quedará en eso: en un flipe. Quizá haya quien se ría con su supuesto tono humorístico y resabiado, pero a nosotros no nos ha hecho ni pizca de gracia. No deja de ser otra forma estúpida de desaprovechar un buen tema de fondo que podría dar mucho más de sí.
Muy bien: por mucha evolución tecnológica que haya, el ser humano siempre caerá en sus propias trampas y será prisionero de sus propias mierdas, que afectan a la inmediatez con la que quiere conseguir sus patéticos objetivos. Pero todo ello hecho sin gracia alguna y, sobre todo, sin la supuesta genialidad que se le otorga. Ni tan siquiera el trato del tiempo resulta acertado, por esta sensación de caos y frivolidad.
Resulta que esta serie ha revolucionado a la "crítica especializada": pues por algo será.
- Cada miércoles, un nuevo capítulo disponible en HBO España (en VOSE).