Hasta donde el corazón te lleve... y tú te dejes.
Crítica de Virgin River (Un lugar para soñar): La 3ª temporada, ya disponible en Netflix
Virgin River o su traducción española "un lugar para soñar" (de nuevo las traducciones al servicio del marketing) está basada en las novelas de Robyn Carr. Se trata de un pueblo al norte de California y en medio de la nada donde va a parar una enfermera urbanita, Melinda Monroe (A. Breckenridge), que lo deja todo en su ciudad para empezar desde cero. Desde el primer momento ya sabemos sus motivaciones: la pérdida de su marido.
En Virgin River conocerá a Jack (Martin Henderson), el propietario del único bar del lugar y el cual queda absolutamente anonadado por la belleza (relativa) de Mel... Y desde la primera noche se hacen ultra amigos y él acaba tomando unas copas con ella y la acompaña a casa y se va como buen deportista ante la derrota de percibir que ella lleva un anillo.
El caso es que Mel tiene que empezar a trabajar en la consulta del único doctor del lugar (Tim Matheson), un viejo cascarrabias, maleducado y machista que jamás ha solicitado los servicios de Mel sino que lo ha hecho la alcaldesa del lugar (Annette O'Toole) sin siquiera encomendarse al médico. ¿Desde cuándo una alcaldesa decide sobre la praxis de un médico? ¿Desde cuándo tiene una alcaldesa la potestad de imponer una ayudante sin siquiera consultar?
Pasando por alto este caracter "metomentodo" de los pueblos y exacerbado en esta serie por la necesidad de provocar el histerismo de unos lugareños patéticos que nada tienen que hacer más que hurgar, opinar y ocuparse de las vidas ajenas, diremos que el resto se queda en una dramática perversión...
En fin, no hace falta ni siquiera mencionar o preguntarse sobre la serie pues sus fundamentos ya parten de una base irreal que podemos llegar a aceptar cuando se va a buscar algo en particular, una denuncia o una demostración, como siempre. Aquí en cambio se va a buscar nada, más de lo mismo, chica conoce a chico, empalagosa comedia romántica.