Con Christian Slater (Mr. Robot) y Amanda Peet (Brockmire)
El 14 de Agosto todos tenemos una cita con Netflix y el estreno de la 2ª temporada de la serie antológica 'Dirty John'. Esta será la historia de Betty Broderick.
Betty (Amanda Peet, "Brockmire") y Daniel Broderick (Christian Slater, "Mr. Robot") se conocieron estando todavía en la facultad. Ella estudiaba para convertirse en maestra, él iba a ser un reconocido médico.
Estos dos personajes que protagonizan la nueva temporada de 'Dirty John' están sacados de la sórdida vida real que involucra a la ama de casa Betty Broderick, que en 1989 fue condenada por matar a su ex esposo Daniel y su segunda esposa Linda Kolkena (Rachel Keller).
Decir que su historia de "amor" salió mal, es quedarse corto. Betty Broderick, despechada, abandonada y traicionada se volvió literalmente loca. La temporada 2 de Dirty John abarca desde la década de 1960 hasta la década de 1980 y se embarca en una serie de temáticas clásicas: las rupturas y divorcios, los engaños, las infidelidades y el post mortem de las relaciones donde los afectados no son solamente los integrantes de la pareja sino los hijos que nacieron fruto de ese... ¿Amor?
Crítica de la serie dirty john: la historia de betty broderick - cec series
La segunda temporada de "Dirty John" es un relato increíble que va sumando granos de arena a medida que se suceden los capítulos y aumenta el desconcierto en el público. ¿Cómo es posible llegar al doble homicidio desde el punto del que parte la serie?
Cuando uno empieza una relación, lo hace con convencimiento igual que Betty y Dan. Pero la vida, el día a día, el trabajo o la falta del mismo, son mecanismos que se ponen en marcha a medida que la pasión se desvanece y la admiración por el otro decae.
Aún así, en este caso tenemos a Betty completamente prendada de su esposo. Lo que parte de una situación de aparente igualdad, ambos estudiantes de las mejores escuelas de EEUU, se va descompensando por el camino. Y hacemos especial hincapié en la apariencia de la paridad pues a la hora de la verdad, asoma el patriarcado.
"Dirty John" nos toma de la mano y nos remonta a los inicios de esa relación. Paso a paso, asistimos a la boda de Betty y Daniel después de un apasionado noviazgo. Los inicios del matrimonio Broderick son duros y pobres. Betty es despedida y Dan trabaja como taxista además de estar haciendo suplencias en el hospital.
El embarazo de Betty obliga a Dan a trabajar más horas pero siguen siendo felices a pesar de llegar a duras penas a final de mes. Con el segundo embarazo de Betty, Dan decide dedicarse a estudiar derecho lo cual le obliga a hincar los codos además de seguir trabajando. Betty lo anima, lo respalda y juntos conforman un equipo inquebrantable. Llega el tercer embarazo de Betty y la desesperación aumenta pero el aborto no es una opción para Dan a pesar de la reticencias de Betty a tener a este tercer hijo. Interrumpir el desarrollo de un ser humano no es ético ni moral.
Donde caben 4 no caben 5 por lo que la familia Broderick debe mudarse a una casa más grande. Más bocas que alimentar, más tiempo cuidando de los hijos, más tiempo pasado en la oficina, más gastos... menos intimidad, menos atracción, menos pareja y más familia. La pequeña grieta que surgió del conflicto de intereses pronto se transforma en abismo. El cáncer se descontrola y las metástasis aparecen en todos los órganos hasta que el sistema se colapsa.
Betty está ya embarazada de su cuarto hijo y Dan pasa la mayor parte del tiempo trabajando. Paralelamente, una pareja amiga de los protagonistas se está divorciando pues él ha encontrado a una mujer más joven que su anterior esposa. La información externa va sedimentando en el cerebro de Betty. La llegada de una nueva y joven ayudante al despacho de Dan será el precursor de la locura de Betty que empieza a ver fantasmas donde no los hay, ¿O sí?
Dice el refranero español que "cuando el río suena, agua lleva" y, si bien es cierto que podría tratarse de "la profecía autocumplida", no deja de ser menos verdad que uno inconscientemente SABE cuando las cosas no están yendo bien.
Dejar pasar ESE instante inicial en que uno siente que algo falla es el más común de los errores. Primero porque uno se convence a sí mismo de que eso no puede ser cierto, que son cosas nuestras, que le damos demasiada importancia a los detalles. Segundo porque si comentamos la sensación que estamos teniendo con nuestra pareja puede ocurrir, como en el caso de Betty, que nos digan que estamos siendo unos exagerados. En tercer lugar, no hablamos quizás por no molestar, porque no queremos resultar cargantes o porque tememos que nos confirmen nuestras sospechas.
Lo cierto es que si algo nos ronda por dentro, deberíamos sentirnos totalmente libres de poder verbalizarlo con nuestra pareja y ella debería responder a nuestra demanda de atención con el tiempo necesario. Eso sería lo ideal y en cambio ponemos toda una serie de pensamientos trampa para evitar confrontar la situación. Será que ya nos está bien así por lo que no podemos quejarnos de que las cosas terminen como el rosario de la aurora.
Betty confrontó la situación por lo que no fue culpa suya la primera vez pero no quedó satisfecha con la respuesta de Dan que siguió haciendo su vida por libre. En ese momento, continuar en una relación con la que nos estamos de acuerdo nos hace cómplices de nuestra futura desdicha.
Aunque no queramos reconocerlo, dejamos de formar equipo con nuestras parejas mucho antes de que los problemas se manifiesten. Cuando las peticiones de uno dejan de ser escuchadas incluso por uno mismo, cuando lo que importa ha dejado de ser importante, cuando las bases reales de la pareja se desmoronan quizás porque nunca fueron lo suficientemente sólidas para durar toda la vida, la pareja debe disolverse o hablar y clarificar el panorama para retomar con más fuerza el curso de la vida y sortear todas las adversidades.
El testimonio del hombre que estudia las infidelidades en el juicio es brillante y recomendamos encarecidamente prestar especial atención a la exposición.
No quedan explícitamente formuladas las razones por las que Dan perdió el interés en su esposa, cada uno debe sacar sus propias conclusiones. Las nuestras se remiten, como de costumbre, a la génesis y motivaciones que dieron nacimiento a la relación. Betty y Dan viven en dos mundos paralelos que parecen confluir en determinados momentos. La concepción de lo que debería ser una relación no es la misma para ambos. La moral siendo la misma (La moral es un conjunto de normas, creencias, valores y costumbres subjetivas que dirigen o guían la conducta de grupos de personas en la sociedad), viven en dos burbujas éticas distintas. Esto último se palpa a lo largo de la temporada y es, precisamente, uno de los puntos fuertes de esta segunda temporada.
Betty vive idealizando a Dan, se convierte en su satélite y en el escaparate de lo que socialmente era/es considerado el éxito. Dan se sirve de Betty para tener la imagen de triunfador. Posteriormente, Betty utiliza a Dan para mantener una comodidad, un nivel de vida y la apariencia de felicidad.
¿A esto se le puede llamar historia de amor?
Desde nuestro punto de vista lo que se ve en la pantalla es una relación parasitaria en toda regla. No es AMOR sino todo su contrario: ROMA.
Una magnífica propuesta de Netflix para disfrutar en pareja, especialmente durante las vacaciones de verano. Totalmente recomendable.