Filip Mosz jamás pensó que comprar una pequeña cámara de 8mm para filmar a su hija recién nacida desencadenaría en semejante terremoto personal.
Era un correcto trabajador de una fábrica en un pequeño y humilde pueblo en Polonia, casado con una bella y amable mujer y padre reciente de una preciosa niña. Su vida carecía de sobresaltos y marchaba en cómodo silencio, como siempre había querido. Pero como casi siempre el lobo se viste de abuela, su blanca intención de hacer inofensivas películas caseras se transformó rápidamente en una desenfrenada pasión por el cine, donde encontró (por desgracia para su mujer e hija) el sentido de su vida.
Desde el primer momento Filip descubrió que ver por el visor de una cámara y registrar imágenes es un placer como pocos. Pero no fue hasta que su jefe le pidió documentar una convención de las autoridades que se llevaría a cabo en la fábrica, que su afición tomó otra dimensión. Respaldado por fondos institucionales, Filip compra material y se hace con un sótano abandonado de la fábrica para comenzar un cineclub y convertirse así en el documentalista oficial. Su pequeño documental participa con éxito en un festival de cine amateur en la bohemia ciudad de Lødz, donde descubre un mundo excitante que le motiva a seguir con sus ideas. Poco a poco Filip se convierte en un conocedor del cine y de la fotografía, y pronto aprende que el cine puede llegar a ser molesto para las autoridades, personificadas en su jefe, que siempre intenta censurar partes de lo que filma, cuando no proyectos enteros, cosa que no hace más que despertar su espíritu irreverente. Mientras todo esto pasaba, su mujer, hundida en una severa depresión posparto, ve como la paz y tranquilidad del hogar es destruida por esta nueva afición que ha transformado a su marido hasta convertirlo en irreconocible.
Tengo la suerte de haber aprendido desde muy jóven que un aficionado, un amateur, no tiene nada de qué avergonzarse porque significa que aquéllo que hace, lo hace por amor. Sin duda esa es una de las lecturas que se puede tener de esta gran película, ya que es también una atípica historia de amor. Pero además ofrece cristalinas reflexiones sobre el poder del cine, la censura y lo relativo de la realidad. ¡Disfrútenla!