Mr. Arkadin (Photo credit: Wikipedia)
“Cierto rey, grande y poderoso, preguntó una vez a un poeta '¿Qué puedo darte de todo lo que poseo?'
Él, sabiamente, contestó: 'Todo, señor, salvo vuestro secreto'”
Esta enigmática frase o anécdota sirve como epígrafe a la séptima película de Orson Welles, Mr. Arkadin, también conocida como Confidential Report. Acto seguido, la voz de Welles narra un hecho misterioso, un avión vacío volando sobre la costa de Barcelona...
ESPECIAL ENCADENADO: MÁS CENTENARIO ORSON WELLES EN CEC CINE.
El narrador, que introduce la película, le da a lo contado un tono casi documental, situándolo en nuestra realidad, como un hecho histórico, “la investigación de este caso llegó hasta las más altas esferas y el escándalo causado fue responsable de la caída de al menos un gobierno en Europa. Esta película es una reconstrucción ficcionalizada de los eventos que llevaron a la aparición esa mañana de Navidad de ese avión vacío...”
No voy a esconder por un segundo mi admiración por Orson Welles, sin duda alguna un cineasta colosal en todos los sentidos. Inimitable e irrepetible. Un actor extraordinario de una presencia imposible de ignorar, una voz monumental y un gusto exquisito. Un Artista con mayúscula.
¿Qué intenta Welles con esta introducción? ¿Quiere que creamos que se trata de una película histórica? Tal vez, pero sólo por un momento, ya que pasados veinte minutos sabemos que estamos frente a una historia maravillosa, que si alguna relación tiene con la realidad, el autor no se agarrará a ella porque poco le interesa. Los elementos surreales, los giros narrativos, la fotografía, los personajes ,nos alejan completamente de la realidad creando un mundo que existe sólo en la película aunque se ubique en Segovia, Nápoles o Munich.
Del hecho extraordinario aparentemente real, pasamos a su explicación, una historia fabulosa con todos los elementos del cine de suspense.
Comenzamos, cómo no, por el final: “Aquí estoy, al final del camino...” Habla Von Stratten, un hombre vestido con una elegante gabardina que camina por las calles de Munich en el invierno de 1955 (no lo dice, pero podría ser), todo está en ruinas, la nieve entra en los edificios sin techo ni puertas, al hombre le cuesta encontrar los nombres de las calles y además tiene prisa. Busca a Jakob Zouk, “el ´ultimo hombre, además de mí, que conoce la verdad acerca de Gregory Arkadin.”
Von Stratten tiene prisa porque está convencido de que Zouk está en peligro de muerte al igual que él mismo. Es evidente, que la verdad acerca de Arkadin es el secreto del que habla el epígrafe, lo único que el poeta no quiere del gran rey.
Pero... ¿quién es Arkadin?
Gregory Arkadin, interpretado, cómo no, por Welles, es un hombre tan poderoso como infame, con una fortuna descomunal y capaz de todo, al que Von Stratten llega pensando con mucha ingenuidad que podrá extorsionar haciéndole pensar que sabe algo de él. Las cosas se le voltean al pobre aventurero a penas comienza su aventura ya que por su naturaleza de cazarecompensas comienza a trabajar para Arkadin y se ve envuelto en una trama de la que sólo podrá salvarse si logra mover la única pieza del juego sobre la que el poderoso y cruel magnate no tiene absoluto control, su único punto débil: su hija.
Sin embargo, no está claro si le será posible, ya que Arkadin hace todo lo posible por mantenerlo lejos de ella mientras le sigue muy de cerca con una red kafkiana de secretarios y espías que vigilan cada uno de sus pasos.
¿Podrá este pobre hombre, sin muchas luces, sin más talento que el de un gigoló, burlar a uno de los hombres más poderosos del mundo?
Su intento, sin lugar a dudas, es digno de nuestra atención durante 93 minutos.