El 15 de septiembre está próximo y “Rompesuelas”, un toro bravo de 640 kg, ya ha sido seleccionado con el afortunado protagonista de la fiesta popular de Tordesillas, el conocido como Toro de la Vega.
Como todos los años, y siguiendo la suerte de sus antecesores, Rompesuelas será conducido desde el pueblo hasta la vega del Río Duero, donde empieza el acontecimiento, que al parecer pasa porque docenas de picadores y lanceros persigan a un animal asustado y claramente sin posibilidades de una defensa justa, para clavarle lanzas hasta provocarle la muerte.
Para algunos, cultura popular, para otros, afortunadamente cada vez más numerosas, simplemente barbarie.
Quizás sea esta la más controvertida de las fiestas taurinas, por la brutalidad de la misma, pero por supuesto, en esta España nuestra, no es la única, pues las fiestas populares que tienen animales como desgraciados protagonistas son numerosas y tienen en la fiesta nacional su máximo exponente.
Y cada vez somos más, los que nos negamos a utilizar el sufrimiento animal, como una forma diversión; cada vez somos más l@s que le negamos el título de arte a lo que, a ojos de cualquier observador@ que no ha nacido inmers@ en este país, no es más que tortura y crueldad, justificada solo por la tradición. Y por supuesto, cada vez somos más l@s que nos negamos a que esto nos represente como país y sea nuestra imagen fuera de nuestras fronteras, una imagen que deja horrorizad@s a muchos de nuestros vecinos, que nos llevan décadas de adelanto en el ámbito del respeto a los animales.
Y sin embargo, el consuelo que puede quedar a los que exigimos otra sensibilidad y respeto hacia los animales, es que estas prácticas, están condenadas a la extinción. Porque por mucho que sus defensores pataleen, no pueden luchar contra la evolución que acompaña a una sociedad cada vez más crítica con el especismo y el sufrimiento gratuito, sea de personas o de animales.
Estoy segura que al igual que hoy en día nos parecen impensables y lejanas las leyes segregacionistas que imperaban en algunos países occidentales hasta hace pocos años, llegará el día, espero que no muy lejano, en que será tal el rechazo que provoquen estas prácticas injustas, que acaben desapareciendo, paulatinamente, hasta que forme parte de nuestra historia menos brillante.
Eso, o que terminen entendiendo que tendrán que hacer sustanciosas modificaciones (aunque a algunas nos parezca que deberían ser erradicadas por completo) en cuanto al modo en el que se llevan a cabo estas tradiciones, eliminando el daño físico al animal (por algo se debe empezar). Lo que viene a llamarse, adaptarse o morir.
Pero nada de esto podrá salvar a Rompesuelas. Para él, será demasiado tarde.