vir das estrella absoluta
Netflix parece empeñado en su expansión territorial en detrimento de la calidad de los productos ofrecidos. Como ya vimos en el artículo de presentación de "QUEEN SONO", Netflix compra producciones de procedencia variada para ganar cuota de mercado en el mundo. Esta adquisición de la India se pone a la cola de las ya comentadas con aterioridad. Sin embargo, cuenta con una excepción fundamental: el trabajo de Vir Das.
El actor Vir Das ("Mumbay Calling") da vida a Hasmukh, un joven de Saharanpur aspirante a cómico. Su inseguridad le hace tartamudear con torpeza dejando los chistes desprovistos de gracia. A raíz de un afortunado accidente que termina en homicidio más voluntario que involuntario, Hasmukh recupera aplomo, firmeza y la doble cara del comediante. Siempre se ha dicho por lo menos en occidente, y lo creemos a pies juntillas, que el humorista encierra en en el fondo una gran delicadeza constantemente herida por la insensibilidad del mundo que le rodea. Se protege mediante la creación de situaciones absurdas que llaman a la risa pero que llevadas a la reflexión, son de una tristeza inconmensurable.
Tras una primera actuación de éxito total, Hasmukh consigue que Jimmy "The Maker" (Ranvir Shorey) se autoproclame ayudante y manager. La uña del meñique de Jimmy provoca un asquillo considerable. ¿Para qué la necesita tan larga? No queremos saber la respuesta pero el PMH sigue enfrascado en lo suyo. "No pienses en el elefante gris" y ¿En qué piensas? Indubitablemente en el elefante gris. Pues con la uñilla de Jimmy pasa lo mismo.
El Hasmukh de día es introvertido, discreto y humilde pero todos estos rasgos se desvanecen cuando mata. Se transforma en un ser punzante, seguro de sí mismo y peligrosamente audaz escupiendo verdades envenenadas. Con su lengua viperina, la sonrisa de medio lado y la profundidad en la mirada, Vir Das sobresale con un excelente trabajo. Pero no es lo único que hay que aplaudirle a la serie.
Hasmukh se inspira matando. Necesita asesinar para lograr el efecto que necesita en el escenario. Para sentirse menos culpable, se toma la justicia por su mano y despacha a la escoria humana. Un "Dexter" indio que no precisa de tanta información sobre su próxima víctima. Cuanto mayor es su éxito, más solicitados son sus actuaciones y de menor libertad de movimiento para hallar la inspiración dispone.
Como ya hemos dicho en infinidad de artículos, el humor es cultural y, a pesar de la globalización, se nos hace imposible comprender el de procedencia india. Primero porque el vocabulario encierra unos juegos de palabras que se nos escapan. Incluso dominando el idioma autóctono, como en el caso inglés, lo que se considera gracioso puede no serlo si no se comparten unos referentes culturales que vienen dados por una educación que no poseemos.
Más allá de la puntulización cómica, Hasmukh es más entretenida que sus predecesoras en Netflix. No sabemos si porque el ojo se acostumbra o si porque las expectativas se adecuan a lo esperado en función del lugar de origen. Lo que está claro es que en el caso de Hasmukh, podemos seguir la trama viendo la evolución del personaje, su aumento en notoriedad y su disminución en libertad. Ya sea por la aparición de contratos millonarios o porque la fama juega a la contra de la naturaleza del personaje. Cuanto más dinero hay en juego, con mayor vehemencia arremete la necesidad de matar para fomentar la inspiración sin la cual, vuelve a ser un pobre pueblerino desprovisto de gracia.
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Hasmukh no es una obra de arte, no la recomendamos a menos que se sienta una inclinación por la ficción india. Aun así, no negaremos que dispone de ciertos elementos que invitan a seguir viéndola una vez empezada. Nada espectacular pero tampoco indignante.
