Pocahontas de carne y hueso
"La reina de Indias y el conquistador" pretende reconstruir la historia de la india Catalina que se considera la piedra angular del mestizaje de la población indígena. Pero una cosa es lo que dicen ser los objetivos y otra el resultado que desenmascara las intenciones de partida.
Si bien es cierto que los personajes de la ficción fueron presuntamente reales, también lo es el hecho de que han tenido que rellenar el vacío histórico con dosis de imaginación del siglo 21. Nos encontramos con figuras de otra época actuando bajo las premisas actuales.
Catalina (1495 - 1538) (Essined Aponte) es una india joven y hermosa que cumple con los cánones de belleza contemporáneos y que poco tiene, muy seguramente, que ver con la original: de pura raza, con pelambrera en los sobacos y sin retoques estéticos de tipo alguno. Fue capturada por el conquistador español Diego de Nicuesa (Manuel Navarro), en 1509 según los datos históricos. Si la fecha es correcta, la Catalina que vemos en pantalla debería tener 14 años.
En la serie logra escapar de su captor gracias a la ayuda de Pedro de Heredia (1484 - 1554) (Emmanuel Esparza), un fugitivo de Sevilla que por razones poco católicas, tuvo que huir de España.
Catalina es alcanzada por una bala y Pedro la cura y se enamoran pero no pasa nada hasta más adelante porque... hay que mantener la intriga del lío amoroso. Entonces, cuando Pedro, que ha adoptado la identidad de Patricio Gamara durante su periplo por mar, es apresado por el séquito del cacique Galeras (Wolframio Sinué) y utilizado como esclavo en las minas de Oro, Catalina se esconde en un monasterio. Allí, pequeño Enriquillo (Carlos Kajú) le enseña a leer y a escribir durante los meses que el clérigo está de visita a España.
Crítica serie LA REINA DE INDIAS Y EL CONQUISTADOR - CEC SERIES
"La reina de Indias y el conquistador" entró por la puerta de Netflix como una serie pero lo cierto es que la mona, aunque se vista de seda, mona se queda. En este caso, la adquisión de la ficción de Caracol Internacional por parte de Netflix es una flagrante muestra a varios niveles del "¿Por qué le llaman amor cuando quieren decir sexo?"
Calificada de serie de televisión histórica, nos encontramos con una telenovela ciertamente de corte más moderno, con mejor ambientación, mayores recursos y no tan pastelosa pero con las mismas idas y venidas clásicas del "¡ahora sí!" que nunca llega con la que nuestras abuelas nos hicieron pasar vergüenza ajena.
Esos monólogos infinitos revestidos de orgullo y reivindicación con el mar de fondo y la mirada de Catalina perdida en el horizonte en plan Scarlett O'Hara apestan.
Catalina la india de infarto, divina de la muerte con los rasgos ligeramente exóticos para dar ese toque justo de extravagancia pero no demasiado. Essined Aponte lo clava mientras no tenga que hablar. En cuanto empiezan los diálogos todo su personaje se va a pique, no por la actuación sino por el contenido. Una india que aprende a leer y a escribir en meses y no titubea ni tartamudea a la hora de expresarse es como poco, inverosímil.
Dice la historia, nosotros nos reservamos el beneficio de la duda como todo aquello que la "historia" nos quiere hacer creer, que Catalina fue secuestrada, como ya hemos dicho en 1509 y conducida a Santo Domingo donde se la adoctrinó en creencias religiosas españolas, adquirió los hábitos y las costumbres que posteriormente difundió a su regreso a tierra firme alrededor del año 1527. De ser verdad, Catalina fue el caballo de Troya de los españoles, como veremos en las líneas que siguen.
Pedro Heredia por su parte vivió 70 años, toda una proeza para la época. En el año 2012 se descubrieron en el Archivo General de Indias los dos primeros documentos que prueban que Catalina era amante de Pedro de Heredia además de haberlo ayudado a él y a sus tropas a fundar el asentamiento de Cartagena de Indias en 1533 pues Catalina dominaba tanto los dialectos indios como el castellano.
Así pues, Pedro y Catalina se conocen realmente en 1533 y no en 1509, pero bueno, la ficción nos la tienen que vender bajo la tersura y belleza de la juventud y no bajo la flacidez vellosa de la vejez, siendo esto último clara prueba de que la intención de la telenovela no es aportar sucesos históricos sino aprovechar el contexto para vender "amor" que es lujuria encubierta.
A parte de criticar el hecho anterior y las constantes idas y venidas de sus protagonistas en un estira y afloja que tensa la expectativa sexual en el espectador y que desaprobamos con firmeza, decir que la cantidad de lágrimas vertidas por cm cuadrado de piel a partir del tercer episodio daría de beber al continente africano en toda su extensión. ¡Por favor! Sencillamente insoportable.
Por supuesto, no aplaudimos la venganza ni esos bajos instintos humanos (ver nuestro diccionario) que los grandes cineastas como Fatih Akin en "Aus Dem Nichts" ("En la penumbra"), protagonizado brillantemente por Diane Kruger, ya evidenciaron como actos estúpidos que nada aportan más que alimentar y perpetuar el odio.
Creada por Johhny Ortiz sólo se nos ocurre un único encadenado posible "Johhny, la gente está muy loca... WHAT THE FUCK"